Hace un año, según registraba Bloomberg, los inversores y estrategas de renta variable se preparaban para un posible 2024 turbulento, preocupados por el riesgo de un aterrizaje brusco de la economía estadounidense y unos recortes de las tasas de interés que podrían llegar demasiado tarde para evitarlo.
A finales de 2023, una ralentización era el escenario central para muchos economistas y la inflación seguía siendo una de las principales preocupaciones, desdibujando el camino de la política monetaria y las perspectivas de los beneficios empresariales.
A principios de este año, pocos preveían que la ganancia anual del índice S&P 500 estaría entre las mejores de la historia.
Ni la escalada del conflicto en Medio Oriente, ni la guerra en curso en Ucrania, ni las elecciones presidenciales en EE.UU. provocaron temores profundos.
Mientras se acerca el 2025, el ambiente esta vez se inclina al alza, aunque hay algo de escepticismo sobre si las acciones serán capaces de lograr tres grandes años seguidos.