En Amazonas son 11 de los 173 incendios forestales que afectan a las 20 regiones del interior del país sudamericano destruyendo parte de su patrimonio arqueológico como la ciudadela de Kuélap, en Luya, Chachapoyas, Bongará, el Pueblo de los Muertos, los sarcófagos de Léngate, Quilailón, El Mito, Tozán, riquezas arqueológicas que forman parte de la herencia cultural peruana y que lleva en promedio 20 días sin poderse controlar para sofocar las más de 5,000 hectáreas de bosques y pastizales afectadas de acuerdo con información de la vice gobernadora de Amazonas.
Zonas críticas de la amazonia peruana y áreas protegidas, están siendo destruídas, afectando a la vez la biodiversidad a las comunidades locales que dependen de estos ecosistemas. Las vías de transporte en la ruta hacia o desde Chachapoyas- Pedro Ruiz Gallo se encuentran interrumpidas por desprendimientos de tierras que obstaculizan el habitual tránsito.
En Lambayeque, las pérdidas son cuantiosas, 160,000 pinos y eucaliptos fueron arrasados dejando a 260 familias damnificadas, 50 personas intoxicadas por el humo y una mujer fallecida con quemaduras de tercer grado. En el centro poblado de Uyurpampa el gobernador regional Jorge Pérez solicitó ayuda urgente para apoyar a la víctimas.
En general las más de 20 regiones están sufriendo severamente la furia de los incendios forestales, las regiones más impactadas además de Amazonas y Lambayeque son: Cusco (31 incendios), Huancavelica (21 incendios), Huánuco (17 incendios, Cajamarca (14 incendios), Ucayali (11 incendios).
La propagación del fuego ha destruido más de 3,300 hectáreas de áreas naturales y tierras de cultivo, ocasionando el deceso de seis personas y creando más de 1,876 damnificados.
El efecto dañino del fuego sigue gestando llamados urgentes de auxilio y ayuda al gobierno para que declare emergencia nacional y asuma el control de la crisis debido a que la magnitud de los siniestros supera la capacidad de respuesta local como es el caso que los aviones de la FAP junto a los bomberos no hayan logrado sofocarlos.
El severo impacto perjudicial de las llamas agudizará la escasa e insuficiente producción de cientos de agricultores que viven subsistiendo, que además de no contar con tecnologías de vanguardia a los estropicios causados se suman las deficiencias de disponibilidad, fertilidad de tierras cultivables actuales y futuras abonando en contra de las tierras cultivadas, al sembrío de alimentos, a la degradación del suelo, a la incapacidad para soportar cultivos, a la proliferación de plagas y enfermedades para los cultivos e incluso para el ganado.
Esta degradación forestal a la vez de crear efectos devastadores medio ambientales intensificará el deterioro y la calidad de vida de las poblaciones y comunidades rurales e indígenas cuyo niveles de vulnerabilidad crecieron con la pandemia del Covid19 sin poderse corregir a la fecha.