En las dos primeras décadas de este siglo, el Perú fue una de las economías más destacadas de América Latina. El rápido crecimiento transformó al Perú en una economía de ingreso medio-alto, con aspiraciones de convertirse en una economía de ingreso alto en la próxima década. La ventaja comparativa del Perú en materias primas, junto con un entorno externo favorable, impulsaron las exportaciones y los ingresos domésticos. El sólido manejo macroeconómico, junto con programas sociales bien focalizados, fomentaron un crecimiento económico con cierto grado de inclusión.
Sin embargo, la crisis del COVID-19 expuso un marcado contraste entre los logros del Perú y los desafíos estructurales que no habían sido abordados, reflejados en las disparidades regionales y de ingresos, llegando al punto de amenazar los logros alcanzados en materia económica y social en las últimas dos décadas. A esto se suma el desafío de la sostenibilidad: Perú es uno de los países más vulnerables frente al cambio climático.
El Diagnóstico de País del Sector Privado (CPSD, por sus siglas en inglés) otorga recomendaciones que fomenten la inversión privada y la reducción de disparidades regionales en el Perú. El documento identifica los desafíos transversales de la economía peruana e identifica cuatro sectores con alto potencial para cerrar las brechas de desarrollo en el país.
Fuente: El Banco Mundial en Perú