Informalidad en Perú: La paradoja macroeconómica que PPK no supo resolver

A nivel global, con excepción de EEUU., Canadá y algunos otros países, todos los primero de mayo se conmemora el día internacional del trabajo que, siendo festivo lamentablemente solo un pequeño grupo de trabajadores privilegiados integrados dentro de una planilla, lo disfrutan; mucho más quienes recibiendo un voto ciudadano se convierten en autoridades centrales, regionales, municipales y/o congresales como en Perú que abusando de las prerrogativas, ventajas o beneficios que reciben se asignan incrementos salariales sin consulta previa de los ciudadanos que actuando como seleccionadores los pusieron en determinados lugares del país para representarlos.

Lo antagónico de esta situación es que mientras el grueso de la población peruana empleada formalmente recibe paupérrimos sueldos y salarios de S/.1.025 soles sin considerar los descuentos de ley, cada congresista en diciembre 2023 recibió S/. 53.217,20 cercanos a 52 sueldos mínimos, para el 29 de abril 2024 generarse un incremento por asignación de función que de por sí es deplorable, porque trabajan para beneficiar a empresas propias o de grupos económicos a quienes favorecen vía lobbies, menos a favor del país.

Cada mal denominado padre de la patria en Perú percibe en cinco años UN MILLON NOVECIENTOS VEINTE MIL SOLES que multiplicados por 130 parlamentarios los peruanos gastamos en mantenerlos, DOSCIENTOS CUARENTINUEVE MILLONES SEISCIENTOS MIL SOLES cifra que subirá a TRESCIENTOS SESENTICUATRO MILLONES 800 MIL SOLES cuando se integren los 60 senadores que el parlamento haciendo caso omiso a la negativa de un referéndum adicionaron una nueva cámara legislativa.

 La otra cara de la moneda es el elevadísimo nivel de informalidad laboral que según datos del INEI al finalizar el 2022 se ubicó en 75,7% equivalente a 13.4 millones de personas quienes se autoemplearon creando sus propios emprendimientos gracias al ingenio peruano. Mientras que en el área rural la informalidad para similar período llegó al 95,7%.

El efecto que genera la pérdida y falta de creación de empleos y el traspase de este hacia una economía sumergida, subterránea, oculta o informal afectan además de la capacidad productiva de un país, la recaudación fiscal, crecen las tasas impositivas para el escaso grupo de personas a quienes la autoridad tributaria ajusta, presiona e impone multas hasta excesivas si por alguna razón el contribuyente u obligado tributario no paga a tiempo o se atrasa en pagar.

Esta baja capacidad de recaudación se traduce en incremento de la deuda externa del país que al mantenerse en situación de zozobra congresal y con un ejecutivo pusilánime cada vez que se acuda a algún organismo multilateral para seguir endeudando al país recibirá intereses más altos por haber caído la calificación como país. En consecuencia, continuaremos con permanentes déficits fiscales porque los ingresos continúan siendo inferiores vs los excesivos gastos corrientes destinados para el pago de remuneraciones y servicios de toda la burocracia peruana, no solo de funcionarios del parlamento, también de diplomáticos, cancilleres, ministros, jueces, del BCRP y de todo el aparato burocrático estatal cuya “plana mayor” gana exorbitantes sueldos porque todos los gobernantes la han hecho crecer quinquenio tras quinquenio colocando a dedo a quienes se convierten luego en sus chupamedias.

Razones burocráticas que evitan que se limpie el estado tal y como ocurre cuando se barren las escaleras empezando desde arriba hacia abajo, es decir desde las cabezas que en lugar de pensar para hacer desarrollar el país, lo deterioran más e impiden que ocurra una verdadera reforma del estado planteada hace décadas, jamás llevada a cabo, que además explicaría la existencia de la baja calidad de los pocos servicios o bienes públicos que se proveen en el país, sumados al elevadísimo nivel delincuencial corrupto de las autoridades gubernamentales que dilapidan el dinero, realizando sobre valoraciones en cada proyecto desarrollado, con adendas continuas en obras por desarrollar, inconclusas, pésimas, con escasa vida útil, que solo han llevado a hacer crecer en forma desmesurada los montos presupuestados inicialmente y a un desfalco sin control.

Lo paradójico macroeconómicamente es que a nivel global todos los países con sistemas económicos a los que al estado se les ha retirado o minimizado la capacidad de realizar actividades empresariales, que solo viven de ingresos tributarios, estos continúen marcha atrás como ya ocurrió para el primer trimestre del 2024 al retroceder en -10,4 %, donde la recaudación de marzo por  IGV tuvo un deterioro de -12,4%, el impuesto a la renta cayó -32,6% que son consecuencia del efecto recesivo de la economía al disminuir el nivel de importaciones totales y por tener un tipo de cambio cada más bajo, según datos obtenidos de SUNAT.

Lo peor, es que este escenario informal no es reciente dado que en el 2013 la tasa de informalidad en Perú se encontraba en 73, 7 % porcentaje que lamentablemente ningún político ha querido reducir o no le ha interesado resolver, sea por desconocimiento de cómo hacerlo, por favorecer ciertas actividades ilícitas que no se bancarizan, que se destinan a paraísos fiscales y otras acciones  delictivas, sumado a políticas macroeconómicas erráticas que han llevado a deteriorar el empleo formal haciéndolo cada más precario.

Referente a este tipo de economía subterránea, recuerdo que, en el 2012 ante un selecto grupo de empresarios y presidentes de las asociaciones automotrices de América Latina y El Caribe, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), expositor principal en este importante evento, nos hacía conocer el escenario macroeconómico en la región y cómo afectaría al sector automotor.

Finalizada su intervención, además de otras preguntas de quienes asistimos, estuvieron las mías que detallo a continuación:    

“Sr. Kuczynski, en la eventualidad de que Ud. como persona natural vendiera a mi empresa en DIEZ MIL DÓLARES, el vehículo que usa, luego mi compañía lo vende en ONCE MIL DÓLARES a la persona que se encuentra al costado derecho suyo, inmediatamente el Sr. que se encuentra al lado izquierdo que es SUNAT me dice Sr. Carros Ok como ya vendió debe pagarme 18% de impuestos por IGV y 2% por impuesto a la renta.

– ¿Cómo resuelve este problema si mi empresa obtuvo MIL DÓLARES de margen o beneficio, sin embargo, debo pagarle al estado cercanos DOS MIL DÓLARES, consecuencia de que siendo Ud. persona natural y mi firma persona jurídica, Ud. no puede entregarme factura y mi empresa sí?

– ¿Qué hago, me convierto en informal o qué solución plantea habiendo sido Ud. ministro de economía y presidente del consejo de ministros del gobierno de Toledo?”

La respuesta de PPK además de parecerme insólita, inconcebible y disparatada, fue: ¡¡No le vendo mi carro!!

Esta falta de capacidad para resolver la persistente informalidad que no ha declinado dentro del rango que se ubicaba en el 2013 además de considerarse una restricción o barrera de entrada para quienes quieren acceder a una economía formal forman parte de la falta de mirada de estadistas que no existen en Perú porque lo único que les interesa es lograr un puesto público para desangrarlo, vivir  y servirse de él y luego asumir que el estado no sirve, que no debe regular, que no debe estar presente en ninguna actividad privada porque las empresas públicas que son de suma importancia para el desarrollo las han vendido o esquilmado a tal punto que las han vuelto deficitarias, ineficientes e ineficaces tal y como acaba de ocurrir con la transferencia de los mil millones de soles del banco de la nación hacia el MEF para cubrir parte de la farra fiscal de mil doscientos millones de soles de presupuesto entregados al congreso adicionados a los cincuenta millones de crédito suplementario destinados a cubrir gastos de personal, servicios y equipamiento que probablemente tengan sobrecostos.

Lo mismo ocurre con todos nuestros recursos naturales que se entregan sin que se exija transferencia tecnológica a quienes actúan como depredadores más que como inversionistas, inyección de tecnología que al suministrarla e incorporarla en cada actividad productiva llevaría a que el trabajador peruano mejore su curva de aprendizaje, se industrialice el país, se reduzca la incesante y creciente informalidad, crezca el ingreso per cápita atrasado por décadas frente a otros países que al incrementar su productividad hace rato crecieron en ingresos anuales y demanden, consuman o adquieran productos de mejor calidad.

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