Control de impurezas y aditivos
Ciertas sustancias que pueden estar presentes en el combustible (impurezas o aditivos deliberados) pueden interferir directamente con los dispositivos de control de emisiones, en algunos casos, de manera permanente y estos deben ser controlados o eliminados.
El caso del plomo en la gasolina es bien conocido: además de sus efectos tóxicos como contaminante, el plomo contaminaría y dañaría permanentemente los convertidores catalíticos y ahora se ha eliminado de la gasolina en todos los países, excepto en unos pocos.
Otra impureza común tanto en la gasolina como en el diesel es el azufre, que se encuentra naturalmente en el petróleo crudo, pero que puede eliminarse durante el proceso de refinación. Aquí nuevamente el azufre causa emisiones indeseables – de dióxido de azufre y trióxido (que, combinados con agua, forman ácido sulfúrico) y sulfuro de hidrógeno (un gas venenoso con un olor característico – huevos podridos -). El azufre también contamina los catalizadores y es un problema para los filtros de partículas y las trampas de NOx. Pueden bloquearse rápidamente con azufre, que, en el mejor de los casos, requiere un ciclo especial de desulfuración para eliminarlo, lo que genera mayores emisiones y consumo de combustible y, en el peor de los casos, puede dañar permanentemente el dispositivo.
Algunos países ahora limitan el contenido de azufre o planean hacerlo (UE: ahora 50ppm y 10ppm para 2009; EE. UU .: ahora 80% a 15ppm, 100% para 2010; Japón ahora 50ppm) pero niveles tan altos como 3000ppm todavía son comunes en algunos países. .
Algunos aditivos para el tratamiento del combustible, especialmente los que contienen metales, pueden producir depósitos de cenizas en el escape que interfieren con los dispositivos de tratamiento del escape y también pueden causar la acumulación de depósitos en el motor que modifican su rendimiento. El control cuidadoso de estos aditivos es importante para lograr el equilibrio adecuado entre sus efectos positivos y negativos.
