Surinam da “esperanza e inspiración al mundo para salvar las selvas tropicales”: Guterres
Surinam puede ser el país más pequeño y menos poblado de Sudamérica, pero también es uno de los más verdes. Considerado un líder mundial en conservación de la biodiversidad, con más del 90% de su superficie terrestre cubierta por bosques nativos, los recursos naturales inigualables de la nación compensan con creces su tamaño.
La hermosa y densa selva tropical de Surinam, que le permite tener una huella de carbono casi negativa, se puede ver fácilmente desde casi cualquier lugar, incluso desde las afueras de la capital, Paramaribo, que a su vez está salpicada de bulliciosos mercados y centros culturales.
Este sábado, el Secretario General de la ONU, António Guterres, observó de primera mano el compromiso del pueblo surinamés de proteger sus tesoros naturales y conocimientos ancestrales.
“Las selvas tropicales son un regalo precioso para la humanidad. Por eso, desde aquí en Surinam, quiero enviar un mensaje al mundo: debemos honrar y preservar el regalo de las selvas tropicales porque este no es un regalo que se seguirá dando”, dijo Guterres a los periodistas en una conferencia de prensa conjunta con el presidente del país, Chan Santokhiat, al final de su primer día en esa nación.
Un suicido global en cámara lenta
El titular de la ONU también emitió una dura advertencia: “Si seguimos viendo la escala actual de destrucción en las selvas tropicales del mundo, no sólo estamos mordiendo la mano que nos alimenta, la estamos destrozando”.
António Guterres enfatizó que la deforestación desenfrenada y el empeoramiento de los impactos climáticos están aumentando los incendios forestales y las sequías.
“Esto es indignante y vergonzoso. Es un suicidio global en cámara lenta”, afirmó, y agregó que tal destrucción debería ser una llamada de atención global para salvar los pulmones de nuestro planeta.
Llamado de los pueblos indígenas de Surinam
Más temprano en el día, el Secretario General visitó la aldea indígena de Pierre Kondre – Redi Doti, a unos 67 kilómetros al sur de la capital, rodeada de 9000 hectáreas de bosque y hogar de unos cien habitantes.
Luego de conducir a través de un campo rico en hierro, caracterizado por su suelo rojizo, Guterres fue recibido por el capitán Lloyd Read, de los pueblos Kaliña, junto con mujeres y hombres miembros de la comunidad, que cantaban y vestían sus ropas tradicionales, de color predominantemente rojo .
“El desafío de proteger a la Madre Tierra y la selva amazónica no se percibe y representa una amenaza para nuestras vidas”, lamentó Lloyd, y abundó que su pueblo está en peligro por la explotación de los recursos naturales y las consecuencias del cambio climático, como las lluvias intensas y sostenidas e inundaciones. Todo esto sin tener responsabilidad de ello.
Dijo que la contaminación por mercurio, causada principalmente por actividades extractivas ilegales, también amenaza la vida y los medios de subsistencia de los indígenas.
“En el sur, el mercurio arruina la vida. No hay pescado, ni carne, ni agua limpia para beber. Incluso se han encontrado niveles extremadamente altos de este metal en el cabello de nuestros nativos”, denunció.
El Secretario General, tomando nota de las preocupaciones y pidiendo más detalles, prometió ser el «portavoz» de la comunidad durante su reunión posterior con el gobierno.
“Esta es una visita de solidaridad con las comunidades indígenas de Surinam y de todo el mundo. Cuando somos testigos de que todavía estamos perdiendo la batalla del cambio climático, cuando ves la biodiversidad cada vez más amenazada en todas partes, cuando ves la contaminación en todo el mundo, es muy importante reconocer que las comunidades indígenas están mostrando la sabiduría, la resiliencia y la voluntad de estar en paz con la naturaleza”, aseveró a las personas reunidas en el pueblo.
Piñas para el desarrollo sostenible
El pueblo de Redi Doti, parcialmente ubicado dentro del cinturón de sabana de Surinam, un área de arena blanca de silicato que en su mayoría es infértil, logra cultivar piñas, maracuyá y mandioca, que representan la principal fuente de sustento de la comunidad.
En el Día Internacional de las Cooperativas, Guterres pudo ver el trabajo de dos cooperativas apoyadas por la ONU y sus agencias, incluida la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Una de esas cooperativas, dirigida por mujeres locales, prepara productos orgánicos derivados de la piña, como mermelada, jugos y copas de frutas. La otra cooperativa se ocupa del proceso de cultivo, que trata de convertir la cosecha de piña en una producción de todo el año, en lugar de estacional.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la inclusión de las comunidades indígenas y tribales en la prosperidad económica es fundamental. Si bien constituyen sólo el 4% de la población total, sus derechos a la tierra cubren más del 80% del territorio de Surinam, pero no están reconocidos oficialmente por la legislación nacional.
Antes de abandonar la comunidad, el capitán Lloyd Read le comunicó al Secretario General que le pediría a Tamushi, el todopoderoso, el gran Dios espiritual, que le diera la fuerza y el poder para ir más allá, en un mundo amenazado por el cambio climático y la guerra.
Cantando una hermosa oración en su idioma natal Kaliña, se despidió y le dijo que esperaba que los recordara.
“Los pueblos indígenas no han contribuido al cambio climático, pero se encuentran entre los más afectados. Al mismo tiempo, tienen soluciones de las que el mundo puede aprender mucho. Son orgullosos guardianes de parte de la diversidad biológica indispensable del planeta, y necesitan apoyo para hacerlo”, subrayó más tarde el jefe de la ONU en una conferencia de prensa.
Sembrando esperanza con manglares
Del bosque, el Secretario General se dirigió a la playa, donde pudo ver los devastadores impactos del cambio climático alimentados por la erosión costera, las inundaciones y el aumento del nivel del mar.
Weg Naar Zee, una zona costera de fácil acceso de unas 4000 hectáreas situada al noroeste de Paramaribo y parte de los 386 km de la zona costera principalmente fangosa de Surinam, ha sufrido una erosión extrema que ha resultado en la ausencia de lodo blando, un hábitat de alimentación preferido para las aves de playa.
Desde 2016, la ONU ha apoyado los esfuerzos del país, liderados por académicos y estudiantes, para aumentar la conservación, la restauración natural y la rehabilitación de los manglares. Uno de esos proyectos, dirigido por la Universidad Anton de Kom de Surinam, instala estructuras para atrapar sedimentos a lo largo de la costa y plantas para revertir el daño.
Caminando por la orilla fangosa con el ministro de Planeación y Medio Ambiente de Surinam, Silvano Tjong-Ahin, Guterres plantó un mangle joven.
“Las soluciones basadas en la naturaleza, como la preservación de los manglares, las selvas tropicales y otros ecosistemas esenciales, son vitales. El mundo necesita más iniciativas de este tipo”, señaló ante la prensa.
Anteriormente, el Secretario General explicó que los manglares tienen un significado especial para él, porque el primer libro que leyó cuando era niño trataba sobre esos árboles y arbustos resistentes y excepcionalmente beneficiosos.
Los manglares juegan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático, ya que pueden capturar y almacenar grandes cantidades de carbono en las raíces e incluso en los suelos en los que crecen.
También son extremadamente importantes para nuestros entornos y hábitats costeros y refugios de crianza para una gran variedad de especies. Se les llama ‘riñones de las costas’ debido a su función en el ciclo de nutrientes dentro del ambiente costero.
Un ejemplo inspirador
“Lo que he visto aquí en Surinam me da esperanza e inspiración. Pero lo que estamos viendo en todo el mundo es motivo de profunda conmoción e ira”, sostuvo Guterres al final del día.
El líder de la ONU subrayó que, lamentablemente, Surinam se destaca como una excepción en un mundo que avanza en la dirección equivocada.
“En todo el mundo, estamos viendo el fracaso del liderazgo climático y la proliferación de perturbaciones climáticas desastrosas… Para cumplir el objetivo de limitar el aumento de la temperatura en 1,5 grados para fin de siglo, las emisiones globales deben disminuir en un 45% para 2030. Sin embargo, las promesas climáticas nacionales actuales resultarán en un aumento de las emisiones del 14% para 2030”, alertó.
Al recalcar que los grandes emisores tienen una responsabilidad particular, Guterres recordó que las naciones del Caribe están en la primera línea de la crisis climática y han mostrado un liderazgo constante.
“Como constaté hoy, tenemos las herramientas y el conocimiento. Nuestro mundo necesita la voluntad política y la solidaridad para marcar la diferencia que se necesita. Surinam y la región del Caribe están liderando el camino a seguir. Debemos seguir ese ejemplo, por las personas, por la posteridad y por nuestro planeta”, concluyó.
El Secretario General estará en Surinam hasta el domingo, cuando asistirá a la apertura de la 43ª Reunión Ordinaria de la Conferencia de jefes de Gobierno de la Comunidad del Caribe (CARICOM).